Cuando la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, anunció el lunes por la mañana que había llegado a un acuerdo con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para suspender por un mes la aplicación de aranceles elevados a su país, Gerardo Fernández Noroña no se sorprendió.
Fernández Noroña, presidente del Senado de México y miembro del partido gobernante de Sheinbaum, dijo que supo que ella tenía la situación bajo control en cuanto escuchó que los dos jefes de Estado hablarían por teléfono esa mañana.
“Fue una gran negociación”, dijo en entrevista telefónica horas después del anuncio. “En general parecía que no había margen para el nivel de entendimiento, pero lo manejó muy bien”.
Mientras México se enfrentaba a una guerra comercial con su mayor socio comercial y vecino, Sheinbaum consiguió una tregua importante —y un suspiro colectivo de alivio— para su país menos de un día antes de que los aranceles entraran en vigor. También puso de manifiesto su capacidad para hacer frente a una crisis de gran envergadura.
Los detalles de las negociaciones tras bambalinas entre Trump y Sheinbaum no se han hecho públicos. Pero esto queda claro: a cambio de que el gobierno de Trump posponga los aranceles del 25 por ciento sobre los productos mexicanos al menos hasta principios de marzo, México destinará 10.000 miembros adicionales de la Guardia Nacional mexicana a la frontera con la promesa de “prevenir el tráfico de drogas”, en particular el fentanilo.
Aunque el aumento del número de guardias es nuevo, el hecho de que México utilice a la Guardia Nacional para patrullar la frontera no lo es. Y, en última instancia, parece que México ha cedido muy poco para evitar una situación económica posiblemente muy desfavorable.
El gobierno estadounidense incluso accedió a hacer algo que Sheinbaum ha pedido en repetidas ocasiones, aunque el acuerdo no dio muchos detalles: colaborar para detener el flujo de armas hacia México.
“Yo estoy sorprendido”, dijo Carlos Bravo Regidor, analista político radicado en Ciudad de México, “no esperaba que fuera tan fácil o que le saliera tan barato a México”.
Desde antes de ser elegida en junio, Sheinbaum y su equipo se preparaban para la posibilidad de que Trump regresara a la Casa Blanca. Y desde su victoria en noviembre, Sheinbaum ha reiterado que no estaba preocupada a pesar de sus amenazas de deportaciones masivas y aranceles. Al día siguiente de las elecciones estadounidenses, prometió “establecer comunicación y a tener buenas relaciones”.
Su predecesor y mentor, Andrés Manuel López Obrador, forjó una estrecha relación de trabajo con Trump en los primeros años de su gobierno, a pesar de circunstancias similares: las repetidas amenazas de Trump de imponer aranceles a México y hacer que el país pagara la construcción de un muro fronterizo. En un esfuerzo por evitar los gravámenes, López Obrador acordó reforzar la aplicación de las leyes de migración, incluido el despliegue de la Guardia Nacional.
Sin embargo, las condiciones han cambiado desde entonces. México ha eclipsado a China como mayor socio comercial de bienes con Estados Unidos. Y México se ha convertido en el principal mercado mundial para las exportaciones estadounidenses de alimentos y productos agrícolas, con un aumento de dichas importaciones hasta superar los 29.000 millones de dólares.
Pero hay una diferencia clave entre López Obrador y Sheinbaum: mientras que en ocasiones él adoptó un tono de confrontación hacia Estados Unidos, ella mantiene una conducta más mesurada y serena.
“Cada quien tiene sus maneras”, dijo Fernández Noroña. “Ella tiene su propia sensibilidad y su propia forma”.
El lunes, Sheinbaum dijo que mantuvo una conversación “muy respetuosa” con Trump que duró al menos 30 minutos. Trump calificó la llamada de “muy amistosa”, lo que contrasta con algunas de sus declaraciones sobre el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, cuyo país también era objeto de posibles aranceles.
Tras su llamada con Trump, Sheinbaum dijo: “Hay una relación de respeto, que es muy importante, y de iguales”.
Durante las últimas semanas, Sheinbaum y su equipo se mantuvieron herméticos sobre cómo responderían a la aplicación de aranceles por parte de Estados Unidos. Después de que Trump ordenara ponerlos en vigor, Sheinbaum prometió revelar el lunes los pasos iniciales del llamado Plan B de respuesta de su gobierno, pero antes pidió que Trump respondiera a su solicitud de formar un grupo de trabajo de funcionarios de seguridad y de salud de ambos países.
Viridiana Ríos, analista política afincada en México, dijo que, en parte, la estrategia de Sheinbaum se basaba en presentar a la Casa Blanca datos que le permitieran a Trump atribuirse una victoria ante sus partidarios en cuestiones críticas como la migración. Los funcionarios mexicanos demostraron a sus homólogos estadounidenses que habían frenado con éxito la migración hacia el norte, abordando otra de las preocupaciones frecuentes de Trump. En respuesta, declaró que la seguridad fronteriza se había reforzado significativamente.
Ríos dijo que la lección más importante que México podía aprender de este episodio era la urgente necesidad de crear alianzas regionales y diversificar su economía para depender menos de su vecino, ocasionalmente errático. En 2020, Trump firmó un acuerdo comercial llamado Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, pero ahora arremetía contra sus aliados económicos.
“Estados Unidos ya no es ese socio confiable que era”, dijo, y añadió después: “Sus amenazas van a seguir, y yo me temo que llegue un momento donde no encontremos la forma de satisfacerlo”.
Emiliano Rodríguez Mega colaboró con reportería.
James Wagner cubre América Latina, incluyendo deportes, y está radicado en Ciudad de México. Es nicaragüense-estadounidense del área de Washington, su lengua materna es el español. Más de James Wagner