Pekín respondió rápidamente el martes a los aranceles prometidos por el presidente Trump, anunciando una serie de contramedidas contra empresas estadounidenses e importaciones de productos críticos.
El arancel del 10 por ciento impuesto por Trump a todos los productos chinos entró en vigor a las 12:01 a. m. del martes, como resultado de una orden ejecutiva emitida durante el fin de semana con el objetivo de presionar a Pekín para que tome medidas enérgicas contra los envíos de fentanilo a Estados Unidos.
El gobierno chino respondió con una serie de medidas de represalia, incluidos aranceles adicionales sobre el gas natural licuado, el carbón, la maquinaria agrícola y otros productos procedentes de Estados Unidos. También dijo que había aplicado restricciones a la exportación de determinados minerales críticos, muchos de los cuales se utilizan en la fabricación de productos de alta tecnología.
Además, los reguladores del mercado chino dijeron que habían iniciado una investigación antimonopolio sobre Google. Google está bloqueado en el internet en China, pero la medida puede perturbar los negocios de la empresa con compañías chinas.
Los aranceles estadounidenses, que Trump dijo el lunes que eran una “salva inicial”, se suman a los gravámenes que el presidente impuso durante su primer mandato. Muchos productos chinos ya se enfrentaban a aranceles del 10 o el 25 por ciento, y la medida añade un arancel del 10 por ciento a más de 400.000 millones de dólares en bienes que los estadounidenses compran a China cada año.
Trump había estado planeando golpear a los tres mayores socios comerciales de Estados Unidos, Canadá, México y China, con aranceles de diversos grados. Pero tras días de frenéticas negociaciones, Trump accedió a poner en pausa los aranceles a México y Canadá durante 30 días después de que los gobiernos canadiense y mexicano prometieran intensificar su vigilancia del fentanilo y de la frontera.
El lunes, Trump dijo que tenía previsto hablar con el dirigente chino Xi Jinping en las próximas 24 horas, pero no estaba claro cuándo se produciría exactamente la llamada telefónica. Antes de que se mencionara una llamada, las autoridades chinas pusieron en marcha las medidas destinadas a castigar a las empresas estadounidenses.
Los contragolpes de China sugerían un esfuerzo por perjudicar a las empresas estadounidenses y enviar una advertencia al gobierno de Trump, al mismo tiempo que mantenían en reserva medidas que podrían causar un daño aún más grave al comercio entre las dos mayores economías del mundo. Pero las medidas anunciadas por Pekín, en particular los aranceles y los controles a la exportación, podrían tardar en ser revocadas por las autoridades chinas, incluso si Trump diera señales de estar dispuesto a llegar a un compromiso.
“Por lo que veo hasta ahora, se trata de una respuesta relativamente limitada, que no afecta a más del 30 por ciento de las exportaciones estadounidenses a China”, dijo Bert Hofman, exfuncionario del Banco Mundial y ahora profesor adjunto del Instituto de Asia Oriental de la Universidad Nacional de Singapur. “Probablemente estén tratando de mantener la pólvora seca, porque este podría ser solo el primer paso del gobierno de Trump”.
Los aranceles del gobierno de Trump “socavan gravemente el sistema de capacitación multilateral basado en normas, dañan los cimientos de la cooperación económica y comercial entre China y Estados Unidos y perturban la estabilidad de las cadenas de suministro de la industria mundial”, dijo el Ministerio de Comercio de China en un comunicado.
El Ministerio de Comercio y la agencia de aduanas de China anunciaron nuevas restricciones a las exportaciones de tungsteno, telurio, molibdeno y otros metales importantes para la industria y las nuevas tecnologías, alegando “seguridad e intereses nacionales”.
Las medidas de China incluían un arancel adicional del 10 por ciento sobre el petróleo crudo, la maquinaria agrícola, los automóviles más grandes y las camionetas de caja abierta, así como un arancel adicional del 15 por ciento sobre el carbón y el gas natural, según anunciaron las autoridades fiscales chinas.
China también dijo que había añadido dos empresas estadounidenses a su lista de “entidades no fiables”. Una de ellas, PVH —la empresa minorista estadounidense propietaria de las marcas Calvin Klein y Tommy Hilfiger— ya había sido investigada por los reguladores chinos en septiembre. China dijo que PVH había adoptado “medidas discriminatorias” contra productos procedentes de la región de Xinjiang, en el extremo occidental del país.
Google no respondió inmediatamente a una solicitud de comentarios sobre el anuncio de la investigación antimonopolio.
Aunque Google domina el mundo de la publicidad digital y las búsquedas en internet, las restricciones impuestas en China le impiden operar en el país con su motor de búsqueda, su plataforma de video YouTube o su tienda de aplicaciones, Google Play. Aun así, su sistema operativo, Android, es utilizado por algunos fabricantes de teléfonos chinos, como Xiaomi, Lenovo y Vivo. Organismos reguladores de todo el mundo, incluidos los de Estados Unidos, Canadá, Europa y Corea del Sur, han investigado a Google por motivos antimonopolio o han presentado demandas relacionadas.
Además de imponer sus nuevos aranceles, la orden ejecutiva de Trump, firmada el sábado, puso fin a una popular solución que muchas empresas chinas habían utilizado para enviar mercancías a Estados Unidos sin pagar los aranceles que el presidente impuso en 2018. La disposición, conocida como de minimis, permitía a populares empresas de comercio electrónico como Shein y Temu enviar sin aranceles miles de millones de dólares en productos procedentes de fábricas chinas directamente a los consumidores estadounidenses.
Los acuerdos alcanzados el lunes por Trump con Canadá y México alejaron a Estados Unidos del borde de una guerra comercial potencialmente devastadora con dos de sus aliados más cercanos. Pero no excluyó la amenaza de que se produjeran conflictos similares más adelante.
El lunes, Trump dejó claro que desplegaría aranceles libremente para conseguir que otros gobiernos le dieran lo que quiere.
Trump ha acusado a China de no hacer lo suficiente para detener la exportación de fentanilo y de las sustancias químicas que se utilizan para fabricarlo. En la orden ejecutiva que emitió el sábado, Trump dijo que los envíos de opiáceos sintéticos habían asolado a las comunidades estadounidenses, ejercido una grave presión sobre el sistema de salud y eran la principal causa de muerte de personas de entre 18 y 45 años en Estados Unidos.
No está claro qué medidas ha tomado recientemente el gobierno chino, si es que ha tomado alguna, para restringir el comercio de fentanilo, más allá de su anterior colaboración policial con Estados Unidos. Trump habló del fentanilo con Xi en una llamada telefónica en su primera semana en el cargo.
Durante el primer mandato de Trump, China introdujo una prohibición del fentanilo y empezó a colaborar con Estados Unidos para atrapar a los traficantes, bajo la presión de Trump. Y en 2023, Xi y el entonces presidente Joseph R. Biden Jr. acordaron una serie de conversaciones bilaterales sobre narcóticos tras reunirse en Woodside, California.
Un portavoz de la embajada china en Washington había dicho que China se oponía firmemente a los aranceles y que cualquier diferencia o fricción debía resolverse mediante el diálogo. “No hay ganadores en una guerra comercial o arancelaria, la cual no sirve a los intereses de ninguna de las partes ni del mundo”, dijo el portavoz.
Trump libró una intensa guerra comercial con China durante su primer mandato, tras iniciar un caso comercial que determinó que el país había infringido injustamente la propiedad intelectual estadounidense. Aumentó los aranceles sobre China y finalmente aplicó aranceles a cerca del 60 por ciento de las exportaciones del país a Estados Unidos.
Ahora Trump, en el cargo desde hace dos semanas, ha iniciado un nuevo intercambio con China.
“Es probable que este sea solo el principio de un largo proceso de negociación entre los dos países”, dijo en un comentario por escrito Zhiwei Zhang, presidente y economista jefe de Pinpoint Asset Management, una empresa de inversiones de Hong Kong. “Hay esperanzas de desescalar en este proceso, aunque el camino que queda por recorrer puede ser accidentado”.
Claire Fu colaboró con reportería desde Seúl, Amy Chang Chien desde Taipéi, Taiwán, y Nico Grant desde San Francisco.
Ana Swanson cubre comercio y economía internacional para el Times desde la corresponsalía en Washington. Ha sido periodista por más de una década. Más de Ana Swanson
Chris Buckley, corresponsal jefe en China del Times, informa sobre China y Taiwán desde Taipéi, y se enfoca en política, cambio social y cuestiones militares y de seguridad. Más de Chris Buckley