A Kim Allen no le gusta acumular cosas. Pero cuando se trata de algunos de sus objetos más sentimentales, le cuesta desprenderse de ellos.
El primero de la lista es una criatura de cerámica que hizo su hija hace años. Tiene un solo ojo, la lengua suelta y un mechón de pelo azul. La colocó en un lugar destacado, cerca del lavabo, porque siempre la hace sonreír.
Pero hay otros recuerdos que no le producen la misma alegría, como los recuerdos y las obras de arte que le han heredado sus parientes, y que solo ocupan espacio, física y emocionalmente.
“Con suerte me jubilaré a los 67 años”, dijo Allen, quien tiene 52 años y vive en Sherrill, Nueva York. “¿Realmente quiero ocuparme de todo este exceso de cosas entonces? No, quiero estar divirtiéndome con mis amigos y mi familia, disfrutando de la vida que tanto me ha costado construir.“
Y, sin embargo, durante mucho tiempo, Allen se sintió incómoda con la idea de desechar las reliquias familiares.
Los objetos sentimentales están entre las pertenencias de las que más cuesta desprenderse. Los recuerdos pueden sentirse entrelazados con nuestra identidad, sobre todo si una vez nos proporcionaron consuelo o pertenecieron a un ser querido. Deshacerse de ellos puede indicar que ciertos capítulos de nuestras vidas se han cerrado, dijo Selena Jones, terapeuta de duelo y trauma de Ontario, quien instruye a personas mayores en el arte de la limpieza.
“La gente teme que, si se deshace de algo sentimental, olvidará el recuerdo”, dijo. Pero nuestros recuerdos viven dentro de nosotros, añadió, no en nuestras cosas.
Si quieres reducir algunos de tus objetos más significativos, los expertos en limpiezas a fondo te proponen algunas formas suaves de empezar.
Desarrolla tu “músculo” de la limpieza
Para iniciar el proceso, reflexiona sobre el motivo por el que quieres ordenar, dijo Carolyn Rodriguez, experta en el trastorno de acumulación y profesora de psiquiatría y ciencias del comportamiento en Stanford Medicine.
El “por qué” te servirá de motivación. Por ejemplo, tal vez quieras evitar dejar atrás un montón de objetos para que tus hijos los clasifiquen cuando mueras. Quizá simplemente quieras que una habitación o un espacio sean más funcionales.
Para Lee Shuer, de 50 años, que padece síntomas de trastorno de acumulación, tomar la decisión de recortar sus objetos sentimentales fue un enorme reto al principio.
Su afán por coleccionar cosas empezó en la infancia. Cuando consiguió su propio espacio, las cosas llenaban su casa de Northampton, Massachusetts, desbordándose por el porche y asfixiando los pasillos. Con el tiempo se dio cuenta de que se aferraba a cosas que le recordaban a personas, lugares y experiencias de su pasado.
“Quería hacer sitio para mi futuro”, dijo Shuer. Imaginaba un espacio acogedor para los amigos, la familia y, con el tiempo, una pareja. Ahora, ayuda a la gente a ordenar sus casas y dirige talleres, que él mismo ayudó a desarrollar, para quienes padecen el trastorno de acumulación.
Una vez que tengas clara tu motivación, Rodriguez aconseja abordar el objetivo más sencillo: las zonas comunes que utilizas a diario.
Si te centras en ordenar la sala y el cuarto de baño, por ejemplo, tus esfuerzos serán inmediatamente visibles y gratificantes, dijo Rodriguez.
Luego ve subiendo hasta los objetos que te resulten más difíciles de desechar.
Prioriza los objetos que “amplifican la alegría”
Después de que murió su madre, Joshua Fields Millburn, presentador del pódcast Los Minimalistas, aprendió que cuantos menos objetos sentimentales tenía, más valor les sacaba.
“Porque si todo es sentimental, entonces nada es sentimental”, dijo.
Así que, en lugar de ponerlo todo en un “mausoleo de desorden”, dijo, elige las pocas cosas que amplifican tu alegría y considera la posibilidad de exponerlas, aconsejó.
Pregúntate también si volverías a pagar dinero por un objeto determinado. Si no es así, es señal de que deberías dejarlo ir, dijo Millburn. Si crees que querrás volver a verlo, considera la posibilidad de hacer una foto y guardarla en la nube o en una carpeta especial de tu computadora.
Allen, que ha conseguido reducir algunos de sus objetos más sentimentales, se enfrentó a un reto más difícil al considerar las prendas usadas de sus parientes fallecidos, pero al final tuvo que admitir que ni ella ni su hija las querían.
Al principio se sintió culpable.
Este tipo de emociones “nos atascan y pueden llevarnos a dejar las cosas para después”, dijo.
Hazlo poco a poco, pero con constancia
Para no agobiarte, Jones sugirió hacer la tarea lo más pequeña posible. Puedes elegir una habitación; un tipo de objeto, como una gran pila de papeles; o un intervalo de tiempo, como todos los sábados a las 3 p. m. Luego, mantén la disciplina. Aunque solo dediques 10 minutos cada vez a ordenar, verás avances.
Susan Litt, de 49 años, de Richmond, Virginia, está continuamente ordenando las obras de arte que acumuló de sus dos hijos. “No puedes tener 10 contenedores con cosas de tus hijos”, dijo. “Es abrumador”.
Ahora que sus hijos son adolescentes, les pide su opinión sobre lo que tiene significado y lo que puede desaparecer. También evita intentar ordenarlo todo de una vez: “eso es demasiado drástico para mí”, dijo. En lugar de eso, vuelve al mismo montón de cosas dentro de unos meses.
Prueba estas técnicas de toma de decisiones
Si no tienes certeza de por dónde empezar, sugirió Rodriguez, coge un objeto y hazte dos preguntas: 1) ¿Qué te viene a la mente cuando sostienes este objeto? 2) ¿Qué pasaría si te deshicieras de él?
A menudo resulta útil compartir tus respuestas con un amigo o familiar, añadió Rodriguez. Hablar simplemente del objeto y del periodo de tiempo que representa puede ayudar a la gente a desprenderse de él, añadió.
También puedes pedir a un amigo o vecino que guarde durante una semana algo de lo que estés pensando en desprenderte, sugirió Shuer. Después, comprueba cómo te sientes al cabo de la semana. ¿Ha sido tan difícil como esperabas?
Steve Wobrak, de 67 años, de Latrobe, Pensilvania, dijo que esta estrategia le ayudó a deshacerse por fin de una de las muchas figuritas de elefantes de su hija, años después de que muriera.
“Se me saltaron algunas lágrimas”, dijo. Desprenderse de un objeto sentimental hizo que deshacerse de otros fuera un poco más fácil. Pronto se dio cuenta de que los recuerdos no desaparecían, aunque los objetos sí lo hicieran.
“No pasa nada si tienes vínculos emocionales”, dijo Rodriguez. “Simplemente no puedes quedarte con todas las cosas”.