El gobierno de Donald Trump deportó a migrantes de varios países asiáticos a Panamá el miércoles por la noche, dijeron funcionarios panameños y estadounidenses. Se trata de una medida que podría indicar expulsiones mucho más rápidas de migrantes que han permanecido en Estados Unidos porque sus países de origen han dificultado su regreso.
El vuelo que transportaba a los migrantes, un avión militar que despegó de California, parece ser el primero de este tipo durante el gobierno de Trump. Se produjo poco después de la visita del secretario de Estado Marco Rubio la semana pasada a Panamá, el cual se ha visto sometido a una enorme presión por parte del presidente Trump sobre la forma en que gestiona el Canal de Panamá.
Los más de 100 migrantes del vuelo, entre los que había familias, habían entrado ilegalmente en Estados Unidos procedentes de países como Afganistán, China, Pakistán y Uzbekistán. A menudo resulta difícil para Estados Unidos devolver a los migrantes a esas naciones.
El presidente de Panamá, José Raúl Mulino, dijo, en una conferencia de prensa celebrada el jueves por la mañana, que 119 personas de “las nacionalidades más diversas del mundo” habían llegado la noche anterior en un vuelo de la Fuerza Aérea estadounidense a un aeropuerto de las afueras de Ciudad de Panamá.
Mulino dijo que estaban siendo alojados en un hotel local y que serían trasladados a un refugio en Darién, provincia del este de Panamá, proceso gestionado por la Organización Internacional para las Migraciones. Desde allí, dijo, serían repatriados.
“Esperamos poder sacarlos de ahí lo antes posible a través de vuelos de los Estados Unidos”, dijo Mulino, y añadió: “Este es un aporte más que hace Panamá en el tema migratorio”.
El vuelo podría anunciar un nuevo frente en los esfuerzos de Trump por llevar a cabo una expulsión masiva de migrantes no autorizados, y muestra la voluntad de al menos algunos países latinoamericanos, sometidos a una intensa presión diplomática, para ayudarle. Pero también plantea interrogantes sobre qué ocurrirá con los migrantes cuando se les expulse a otro país en el que pueden no estar familiarizados con el idioma o la cultura.
El gobierno panameño anunció esta semana una propuesta para enviar a algunos migrantes recién llegados a una pequeña ciudad al final del Tapón del Darién, una peligrosa selva en el sur de Panamá, y luego repatriarlos “por vía aérea o marítima a sus países de origen”.
En respuesta a las preguntas de los periodistas el jueves, Mulino dijo que se esperaba que otros dos vuelos de la Fuerza Aérea estadounidense llevaran a Panamá un total de unos 360 migrantes deportados. Dijo que esperaba que fueran trasladados rápidamente a sus países de origen desde Darién en un esfuerzo que pagaría íntegramente Estados Unidos. Mulino no precisó cuándo está previsto que lleguen los demás vuelos.
La migración en la frontera sur de Estados Unidos ha cambiado en los últimos años y ahora incluye no solo a las personas procedentes de México y Centroamérica, sino también a las de una gama más amplia de países, incluidos los que no aceptan vuelos de deportación o los aceptan con moderación.
El gobierno de Trump ya ha recibido promesas de El Salvador y Guatemala de aceptar a migrantes de otras nacionalidades. Funcionarios del gobierno han indicado que están discutiendo acuerdos similares con otros países.
Pero los críticos han señalado que Estados Unidos podría estar enviando a los migrantes a condiciones más peligrosas. El Salvador, por ejemplo, ha sido acusado de violaciones generalizadas de los derechos humanos en sus detenciones, y Guatemala tiene uno de los índices de delincuencia violenta más elevados del mundo.
Tras reunirse con Rubio este mes, Mulino también había manifestado su disposición a recibir deportados de otros países. (Panamá no envía grandes cantidades de migrantes a Estados Unidos, como señaló Mulino).
“Estamos completamente seguros de que la reversión de los migrantes va a llegar en algún momento, es decir, vienen para atrás, sea por la ruta o sea porque Estados Unidos los traiga para deportarlos desde aquí”, dijo Mulino.
El gobierno de Panamá ha estado sometido a una presión más grande que otros países latinoamericanos para demostrar que está de acuerdo con las prioridades de Trump para la región, entre ellas frenar la influencia de China y controlar la inmigración ilegal. Trump se ha centrado en lo que considera el papel de China en el Canal de Panamá y ha amenazado con que Estados Unidos retomaría su control.
Mulino, quien ha intentado alinearse con Trump en materia de migración, aseguró que abordaría el papel de China en Panamá. También hizo hincapié en la reducción en un 94 por ciento durante el último año de la migración en el Tapón del Darién, por donde cientos de miles de migrantes habían estado entrando en el país desde Colombia en su camino hacia el norte, rumbo a la frontera estadounidense.
Federico Rios colaboró con reportería.
Hamed Aleaziz cubre el Departamento de Seguridad Nacional y las políticas migratorias. Más de Hamed Aleaziz
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Maria Abi-Habib es corresponsal de investigación sobre América Latina y reside en Ciudad de México. Más de Maria Abi-Habib
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