15:13 GMT - Saturday, 15 March, 2025

El incendio del mayor hospital de Haití muestra la anarquía del país y los retos de la ayuda de EE. UU. en el exterior

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Dos días antes de las pasadas Navidades, Pierre S. Prince aceptó un nuevo y emocionante trabajo como director del mayor hospital público de Haití, en cuya renovación Estados Unidos ha invertido decenas de millones de dólares y que está localizado tan adentro en el territorio de las bandas que lleva un año cerrado.

Prince, cirujano torácico de 57 años, estaba deseando volver al Hospital Universitario Estatal de Haití, que había quedado devastado por el terremoto de 2010 que diezmó la capital del país.

Hizo allí su residencia e iba a supervisar una nueva ala, un centro de 500 camas con casi 100 millones de dólares en reformas y una serie de servicios, como quirófanos, ortopedia y una unidad de maternidad y neonatología.

En Nochebuena, cuando se dirigía al trabajo, unas bandas atacaron una conferencia de prensa programada para anunciar la reapertura parcial del hospital, matando a un agente de policía y a dos periodistas, e hiriendo gravemente a otros siete. La reapertura nunca se produjo.

La situación empeoró el mes pasado: unos videos que circularon por las redes sociales y que fueron verificados por The New York Times mostraban un edificio antiguo del hospital general, como se le conoce comúnmente, envuelto en llamas. Al parecer, unos pandilleros le prendieron fuego.

“Los médicos tienen miedo, y nuestros residentes e internos están deprimidos”, dijo Prince. “Algunos se han marchado. La moral está muy baja”.

El destino del hospital evidencia las condiciones cada vez más desesperadas a las que se enfrentan Haití y sus donantes internacionales en su intento por rescatar Puerto Príncipe, la capital, del control de bandas armadas que han tomado instalaciones sanitarias financiadas con fondos extranjeros.

Haití, donde según Naciones Unidas alrededor del 20 por ciento de sus 10 millones de habitantes padece niveles agudos de hambre y 1 millón ha huido de sus hogares a causa de la violencia, depende especialmente de la ayuda exterior y había estado recibiendo hasta 400 millones de dólares anuales solo de Estados Unidos.

Pero mientras Elon Musk hace recortes a la ayuda exterior estadounidense en todo el mundo y desmantela la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por su sigla en inglés), programas como la renovación continua del hospital general de Puerto Príncipe están en el punto de mira.

La nueva ala del hospital, que la USAID estadounidense ayudó a pagar, ya estaba plagada de grandes sobrecostos y una década de retrasos en la construcción. Ahora está siendo impactada por repetidos asaltos de grupos criminales, ya que la capital de Haití se ha convertido en un cenagal sin ley a pesar de los miles de millones de dólares de ayuda internacional.

“El hospital general es una especie de caso práctico de cómo las cosas van mal”, dijo Jake Johnston, investigador del Centro de Investigación Económica y Política, quien escribió Aid State, un relato mordaz de cómo miles de millones de ayuda internacional no lograron reforzar las instituciones públicas de Haití. “Y nunca terminaron las obras, y el hospital general está cerrado por todas estas otras razones”.

El hospital general de Haití fue construido junto al palacio presidencial, en el centro de Puerto Príncipe, por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército estadounidense durante la ocupación estadounidense de Haití, de 1915 a 1934.

Durante años, muchos pacientes fueron víctimas de disparos y torturas. En un país donde los políticos y las élites adineradas viajan a la República Dominicana o a Miami para recibir atención médica, el hospital general atendía a la población masiva, abrumadoramente pobre.

“Tenía las únicas máquinas de diálisis del país”, dijo David Ellis, estadounidense que dirige un servicio de helicópteros médicos en Puerto Príncipe. “Era, cuando estaba abierto, el centro quirúrgico más completo del país”.

Quedó tan dañado en el terremoto de 2010 que nadie pudo tratar a los cientos de heridos graves reunidos fuera, con sus miembros destrozados y ensangrentados expuestos al aire polvoriento.

La renovación del hospital fue uno de los primeros proyectos aprobados por un comité internacional de reconstrucción formado para reconstruir Haití tras el terremoto. Francia comprometió 40 millones de dólares y Estados Unidos 25 millones.

Tras una serie de retrasos y disputas contractuales, su finalización estaba prevista para junio de 2023, nueve años más tarde de lo previsto inicialmente.

Al mismo tiempo, la situación política de Haití se deterioró precipitadamente. El presidente fue asesinado en 2021, y los secuestros y asesinatos se dispararon.

En julio de 2022, USAID aumentó su contribución en 10 millones de dólares porque el gobierno haitiano no podía pagar su parte, según un informe de 2023 de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO, por su sigla en inglés), un organismo de control del Congreso.

El hospital fue solo uno de los varios proyectos que la GAO examinó que acabaron por encima del presupuesto. Estados Unidos gastó 2300 millones de dólares para apoyar la reconstrucción de Haití en la década posterior al terremoto, y solo se completó la mitad de los ocho grandes proyectos que examinó la GAO.

Aunque se construyeron una central eléctrica clave y unas 900 viviendas en Puerto Príncipe, dos proyectos, incluida la construcción de un nuevo puerto, se desecharon cuando los costos se dispararon y otros dos —incluido el hospital general— seguían en curso.

Las disputas técnicas y políticas provocaron importantes retrasos y sobrecostos en el hospital, dijo la GAO.

Pero el hospital seguía funcionando a duras penas, mientras las obras de la nueva ala se paralizaban.

Entonces, hace un año, una coalición de bandas se unió para atacar comisarías, prisiones, hospitales y comunidades. Las bandas incendiaron viviendas y barrios enteros —incluida la zona del centro donde está ubicado el hospital— fueron desalojados.

El ex primer ministro tuvo que esquivar disparos durante una visita oficial al hospital general el año pasado y fue sacado por su equipo de seguridad mientras rodaban las cámaras de CNN.

Como la zona es demasiado peligrosa, durante casi un año las más de 800 personas que trabajan en el hospital, incluidos médicos y enfermeras, han seguido recibiendo sus sueldos mientras permanecen en sus casas.

“Parece que hay un intenso deseo de hacernos perder el tiempo”, dijo Stevens Gabriel, cirujano residente, quien se quejó de que no se le reasignara a otro centro para seguir avanzando en sus habilidades y formación.

Aunque hay cuarteles de policía cerca, las bandas saquearon el hospital general. Los gobiernos de Estados Unidos, Francia y Haití ya habían gastado en él unos 90 millones de dólares. Robaron el cableado eléctrico, la fontanería y el equipamiento, aunque gran parte del nuevo equipo médico aún no se había instalado, dijo Prince.

Los daños se estimaron entre 3 y 4 millones de dólares y podrían retrasar el proyecto otros dos años, si es que la situación de seguridad mejora lo suficiente como para que el hospital pueda reabrir, dijo. Ahora Prince dice que están buscando un nuevo lugar temporal para trabajar.

Eleonore Caroit, diputada francesa para los ciudadanos que viven en América Latina y el Caribe, quien forma parte del consejo de la agencia de desarrollo que ayudó a financiar el proyecto, dijo que se estaban utilizando imágenes de drones para evaluar los daños causados por el reciente incendio.

“Francia está dispuesta a hacer lo que pueda para ayudar”, dijo, “pero la situación es muy complicada. Mis electores me dicen que nunca había estado tan mal”.

Las imágenes de satélite captadas ocho días después del incendio por la empresa de satélites comerciales Planet Labs muestran un edificio antiguo carbonizado y al menos otros dos dañados.

Barth Green, presidente del Proyecto Medishare para Haití, una organización benéfica con sede en Miami y uno de los principales promotores de los servicios sanitarios del país, dijo que el ataque era especialmente desalentador porque en el hospital general se formaron generaciones de enfermeras y médicos.

“Es el hospital universitario nacional”, dijo, “y por eso, al destruirlo, es un símbolo”.

La situación es crítica: solo uno de los tres grandes hospitales de la capital está abierto. De los 92 centros de salud de la zona metropolitana, solo 39 están operativos, según la Organización Panamericana de la Salud.

En virtud del nuevo impulso del gobierno de Donald Trump para erradicar la ayuda exterior, se congelaron los fondos para la mayoría de los proyectos financiados por USAID, aunque un juez dictaminó recientemente que la agencia tenía que cumplir los contratos anteriores.

Cuando se le preguntó por la situación del hospital, el Departamento de Estado estadounidense, que ha asumido el control de la agencia de ayuda, dijo que llevaría a cabo una revisión con el objetivo de “reestructurar la ayuda para que sirva a los intereses estadounidenses”.

“Los programas que sirven a los intereses de nuestra nación continuarán”, dijo el Departamento de Estado en un comunicado. “Sin embargo, los programas que no estén alineados con nuestro interés nacional no seguirán”.

El Ministerio de Salud haitiano no respondió a las solicitudes de comentarios.

En respuesta a una publicación en X en la que se criticaban los miles de millones gastados en Haití tras el terremoto, el primer ministro Alix Didier Fils-Aimé se mostró de acuerdo en que gran parte de la ayuda estadounidense se había despilfarrado.

“¡Tienes razón!”, escribió en un mensaje dirigido a Musk, “USAID gastó mil millones (sic) en Haití sin rendir cuentas. Haití necesita desarrollo económico y seguridad, no corrupción y amiguismo”.

Añadió que quiere trabajar con el presidente Trump para lograr la prosperidad económica de Haití.

Devon Lum colaboró con reportería. Dmitriy Khavin colaboró con la edición de video.

Frances Robles es una reportera del Times que cubre América Latina y el Caribe. Lleva más de 25 años informando sobre la región. Más de Frances Robles

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