12:11 GMT - Sunday, 23 February, 2025

Elecciones en Alemania: lo que hay que tener en cuenta

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Los alemanes votan el domingo en unas inusuales elecciones anticipadas que han cobrado una importancia extraordinaria a medida que el nuevo gobierno de Trump amenaza a los países europeos con aranceles, los excluye de las negociaciones sobre Ucrania y abraza a una Rusia autoritaria.

Las elecciones al Parlamento se convocaron tras la caída, en noviembre, del impopular y largamente atribulado gobierno tripartito del canciller Olaf Scholz. Siete meses antes de lo previsto, la votación se produce ahora en medio de la lucha de Europa por un liderazgo fuerte y mientras esta vuelve a calibrar su relación con Estados Unidos.

A pesar del esfuerzo de los políticos y de los innumerables voluntarios por dar emoción a la contienda durante la corta y oscura campaña de invierno, las encuestas no cambiaron mucho. Friedrich Merz y su conservadora Unión Cristianodemócrata llevan una cómoda ventaja.

Se espera que la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD por su sigla en alemán) se sitúe en segundo lugar, aprovechando el descontento de los votantes con los partidos principales y el miedo a la inmigración. Según las encuestas, es probable que obtenga el mejor resultado de su historia.

Se espera que los Socialdemócratas del canciller Scholz, que lograron una victoria en 2021, queden terceros, justo por delante de los Verdes. El Partido Socialdemócrata, el más antiguo de Alemania, puede estar a punto de obtener su peor resultado desde que fue prohibido por los nazis.

Pero abundan las incertidumbres. A continuación, algunas cosas que hay que tener en cuenta:

No se espera que ningún partido obtenga suficientes votos para gobernar solo y de manera absoluta. La interrogante más importante pasa a ser entonces cuántos partidos serán necesarios para formar gobierno.

Es probable que juntos, los Cristianodemócratas de centro-derecha de Merz y la ultraderechista AfD tengan la mayoría más amplia. Pero como la AfD está manchada por asociaciones neonazis, Merz y todos los líderes de los partidos mayoritarios dicen que no formarán gobierno con ella. En su lugar, se unirán en lo que se denomina la “barrera cortafuegos”, destinada a mantener a los extremistas fuera del poder.

Eso deja a los Socialdemócratas, aunque estén en el centro-izquierda, como los socios más probable de Metz. Si los dos no tienen suficiente apoyo para formar una mayoría, se necesitará un tercer partido.

La experiencia del gobierno en funciones demostró lo difícil e inestable que puede ser un grupo de tres partidos. Es un resultado que, según muchos analistas, dejaría a Alemania casi en las mismas condiciones de cuando se hundió el último gobierno tripartito.

Por tanto, será de vital importancia saber qué tal les irá a los partidos más pequeños y si consiguen al menos el cinco por ciento de apoyo necesario para entrar en el Parlamento.

Si las encuestas son correctas, parece probable que el pequeño partido Die Linke (La Izquierda, en alemán), de extrema izquierda, lo consiga. Las encuestas muestran que está a punto de dar un giro respecto al año pasado, cuando parecía en vías de extinción después de que uno de sus miembros más populares, Sahra Wagenknecht, se separara de él para formar su propio partido.

La Alianza Sahra Wagenknecht, o BSW por su sigla en alemán, como se llama el nuevo partido, se presenta por primera vez a nivel nacional. Sus perspectivas son inciertas.

Otro partido que se acerca al umbral es el proempresarial Partido Democrático Libre. Su líder, Christian Lindner, es quien incitó al canciller Scholz a echarlo del gobierno, lo que precipitó las elecciones del domingo. Para él, la votación será una prueba de si esa táctica para salvar a su partido da resultado.

Para todos estos partidos, superar la barrera para entrar en el Parlamento es una cuestión existencial; sin escaños en el Parlamento, son mucho menos visibles y tienen acceso a mucha menos financiación.

Pero si todos consiguen entrar en el Parlamento, es probable que eso complique la vida a los partidos más grandes, reduciendo su número de escaños y negándoles la posibilidad de una coalición bipartidista.

Si la AfD obtiene un resultado aún mayor de lo esperado —por encima del 20 por ciento— y provoca un esfuerzo inmanejable para sortearla, es probable que se intensifiquen las preguntas sobre cuánto tiempo puede resistir la “barrera cortafuegos” de la corriente dominante.

Incluso entre los partidos nacionalistas y antiinmigrantes de Europa, la AfD se considera uno de los más extremos. Partes de la AfD están estrechamente vigiladas por los servicios de inteligencia alemanes, que las han calificado de extremistas y de posibles amenazas a la Constitución. Los miembros del partido han acariciado la idea de revivir lemas nazis, han restado importancia al horror provocado por el Holocausto y se les ha relacionado con complots para derrocar al gobierno.

Sin embargo, el partido ha sido acogido por funcionarios del gobierno de Trump. Durante la Conferencia de Seguridad de Múnich, celebrada este mes, el vicepresidente JD Vance pidió a los alemanes que dejaran de marginar a los partidos de extrema derecha, afirmando que “no hay lugar para barreras cortafuegos”, y se reunió con Alice Weidel, candidata de la AfD a canciller.

Elon Musk, el multimillonario asesor de Trump, entrevistó a Weidel en su plataforma de redes sociales X y la apoyó mediante un enlace de video antes de que los simpatizantes de la AfD se reunieran en un mitin, diciéndoles que los alemanes se centraban “demasiado en la culpa del pasado”.

La fuerza de la AfD, por tanto, podría ser un indicador no solo de la política alemana, sino también de las tendencias políticas en toda Europa desde la elección de Trump para un segundo mandato.

Y puede que se juzgue como un indicador de si los apoyos de Trump y Musk ayudaron a legitimar el partido y le dieron un mayor atractivo, o si pueden resultar contraproducentes, dada la nueva relación antagónica del gobierno de Trump con Alemania y Europa.

Las primeras proyecciones llegarán una vez que se cierren las urnas a las 6 p. m. del domingo en Alemania (al mediodía, hora del este, en Estados Unidos). Como se basan en amplias encuestas de salida, esas cifras suelen ser muy exactas. En las últimas elecciones, las encuestas de salida se situaron dentro del 1 por ciento de la votación final que se publicó horas después, una vez contadas todas las papeletas.

Pero este año, las encuestas de salida podrían ser menos predictivas. Un número inusual de votantes han dicho a los encuestadores que aún no habían tomado una decisión y un número cada vez mayor de votantes utilizan el voto por correo, por lo que no figuran en las encuestas de salida.

La mayoría de los alemanes estarán pegados a sus televisores al cierre de las urnas. Habrá imágenes de las sedes de los distintos partidos, con todos apiñados en torno a los principales candidatos —con copas de champán o jarras de cerveza en la mano, según el partido— esperando los primeros resultados.

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