En enero, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, aún rechazaba rotundamente la idea de un alto al fuego temporal en Ucrania.
Sin embargo, luego de un mes en el que el presidente Donald Trump dio un giro radical a la política exterior estadounidense y las fuerzas rusas avanzaron en un enfrentamiento clave, el Kremlin parece ahora al menos dispuesto a considerar la propuesta de un alto al fuego de 30 días presentada el martes por Ucrania y Estados Unidos.
Dmitri Peskov, portavoz de Putin, declaró a la prensa el miércoles que el Kremlin estaba “estudiando detenidamente” el resultado de las conversaciones del martes entre Estados Unidos y Ucrania y su llamado a hacer un alto al fuego de un mes.
Dijo que esperaba que Estados Unidos informara a Rusia en los próximos días sobre “los detalles de las negociaciones y los entendimientos que se alcanzaron”. Planteó la posibilidad de que hubiera otra llamada telefónica entre Putin y Trump, dando a entender que el Kremlin consideraba la propuesta de alto al fuego como solo una parte de una estrategia más amplia de diplomacia.
El miércoles por la tarde, Putin trató de mostrar que estaba en control de la situación al vestirse de uniforme militar y celebrar una reunión televisada con sus altos mandos militares encargados de expulsar a Ucrania de la región rusa de Kursk, donde Rusia ha hecho progresos en las últimas semanas. Ordenó a sus tropas que derrotaran a Ucrania en la región “en el menor tiempo posible”, una medida que, de tener éxito, privaría a Ucrania de un punto clave de influencia en cualquier negociación con Rusia.
En el último mes, Putin ha experimentado un cambio vertiginoso en su destino geopolítico después de que Trump reorientara la política exterior estadounidense a favor de Rusia, antagonizara con aliados de Estados Unidos y arremetiera contra el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en la Casa Blanca.
Sin embargo, la aparición de una propuesta conjunta de alto al fuego de Estados Unidos y Ucrania complica el escenario para Putin. La propuesta eleva la tensión entre sus deseos de una victoria de gran alcance en Ucrania y acercarse a Trump.
Mientras Trump dice que quiere poner fin a la guerra lo antes posible, Putin ha señalado que no dejará de luchar hasta obtener concesiones importantes de Occidente y de Kiev, incluyendo la promesa de que Ucrania no entrará en la OTAN y de que la alianza reducirá su presencia en Europa Central y del Este.
El 20 de enero, cuando felicitó a Trump por su toma de posesión, Putin dejó claro que el objetivo de cualquier conversación sobre Ucrania no debía ser “un alto al fuego breve ni algún tipo de respiro”. Rusia, dijo, buscaba “una paz a largo plazo basada en el respeto de los intereses legítimos de todos los pueblos, de todas las naciones que viven en esta región”.
Los analistas afirman que la oposición de Putin a un alto al fuego temporal se debió al simple cálculo de que, con las fuerzas rusas ganando terreno en el campo de batalla, detener los combates sin obtener concesiones solo haría que Moscú perdiera su ventaja.
No obstante, la llamada telefónica del 12 de febrero entre Putin y Trump, así como el posterior alineamiento de la Casa Blanca con Rusia en las Naciones Unidas y en otros foros, podrían haber afectado al cálculo de Putin, aumentando su deseo de quedar bien con Trump, según los analistas.
Esto plantea un delicado balance para el Kremlin.
Ilya Grashchenkov, un analista político en Moscú, dijo que el Kremlin podría estar tentado a aceptar una tregua que fuera “tácticamente desfavorable pero estratégicamente favorable” para “demostrar que es un pacificador”.
Aunque los rusos no estuvieron presentes en las conversaciones del martes en Yeda, Arabia Saudita, el gobierno de Trump ha mantenido su relación con el Kremlin. John Ratcliffe, director de la CIA, habló el martes con su homólogo ruso, Serguéi Narishkin, informó el miércoles la agencia rusa de inteligencia exterior.
Steve Witkoff, el enviado de Trump que se reunió con Putin durante varias horas el mes pasado, tiene previsto regresar a Rusia en los próximos días, según dos personas familiarizadas con el asunto que solicitaron el anonimato para hablar de planes internos. El martes, Trump dijo a los periodistas que pensaba hablar con Putin esta semana, y el miércoles dijo a los periodistas en la Casa Blanca que sus negociadores estaban en camino.
“Ahora mismo, mientras hablamos, hay gente que está yendo a Rusia”, dijo Trump durante una reunión con el primer ministro de Irlanda. “Y esperemos que podamos conseguir un alto al fuego de Rusia”.
El miércoles, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, en una señal de la campaña de acercamiento de Moscú al bando de Trump, hizo pública una entrevista de 90 minutos que el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, concedió a tres videoblogueros estadounidenses, entre ellos Andrew Napolitano, quien fue una personalidad de Fox News.
Lavrov, en inglés, elogió al gobierno de Trump por haber invertido el “alejamiento de los valores cristianos” de los demócratas, y dijo que Rusia estaba preparada para las “relaciones normales” que Estados Unidos ofrecía.
“Desde luego, no es imposible que los rusos lo acepten”, dijo Samuel Charap, analista de Rusia en la Corporación RAND, sobre la oferta de 30 días. “No porque quieran un alto al fuego incondicional y temporal, sino porque ahora tienen un interés en las relaciones con Washington”.
El cálculo de Putin también podría resultar afectado por los avances realizados por Rusia en los últimos días para sacar a los soldados ucranianos de Kursk, la región fronteriza rusa donde Ucrania ocupó varios cientos de kilómetros cuadrados de territorio en una incursión sorpresa el pasado agosto.
Zelenski había dicho que pensaba utilizar ese territorio como moneda de cambio en futuras conversaciones, pero el Kremlin señaló que se negaría a negociar mientras Ucrania mantuviera el territorio.
Con la mayor parte de la región de Kursk de nuevo en manos rusas, Putin ya no se arriesga a quedar mal si acepta un alto al fuego que dejaría a Ucrania en control de una zona de territorio ruso, dijo Serguéi Markov, analista político pro-Kremlin en Moscú.
Otro incentivo para aceptar, dijo Markov, era asegurarse de que Rusia “no parezca un maniático de la guerra” ante los ojos de los países no occidentales que han evitado imponer sanciones a Moscú. Sin embargo, dijo, esperaba que Putin insistiera en establecer condiciones previas, como la interrupción del suministro de armas a Ucrania mientras dure el alto al fuego.
“Es muy probable que Rusia diga: ‘Sí, pero…’”, dijo Markov en una entrevista telefónica.
El miércoles, los populares blogueros proguerra rusos no mostraron mucho entusiasmo por el alto al fuego. Algunos expresaron su preocupación de que una tregua pudiera llevar a un acuerdo más grande con Estados Unidos que, en su opinión, traicionaría los objetivos originales de la guerra y terminaría conduciendo a una retirada rusa de Ucrania.
Un bloguero que se hace llamar Alex Parker Returns argumentó en una publicación del miércoles que un acuerdo de paz permitiría a Ucrania “salir fácilmente y prepararse para el siguiente asalto”.
Ivan Nechepurenko colaboró con reportería.
Anton Troianovski es el jefe del buró en Moscú del Times. Escribe sobre Rusia, Europa del Este, el Cáucaso y Asia Central. Más de Anton Troianovski