El zar fronterizo del presidente Donald Trump, Tom Homan, dejó bien claro cómo una nación latinoamericana —considerada adversaria de Estados Unidos— ayudará al mandatario a cumplir una promesa que lo llevó a la Casa Blanca.
Homan esperaba que los vuelos que trasladarán a los migrantes venezolanos en Estados Unidos de vuelta a su país comenzaran “en los próximos 30 días”, dijo en una entrevista con The New York Times.
Fue el primer indicio de que hay un calendario para el plan de enviar a las personas de vuelta a Venezuela después del anuncio de Trump de que su gobierno había llegado a un acuerdo con el líder autocrático de ese país, Nicolás Maduro.
La semana pasada, el gobierno de Trump dijo que había asegurado la libertad de seis estadounidenses bajo custodia venezolana y convencido a Maduro para recibir vuelos de deportación que se llevarían a “todos los extranjeros ilegales de Venezuela” que viven en los Estados Unidos.
A cambio, Maduro, acusado de robar unas elecciones recientes y de cometer graves violaciones de los derechos humanos, recibió una visita muy pública de un alto asesor de Trump, Richard Grenell.
Ambos se estrecharon la mano, sonrientes, mientras el máximo legislador venezolano, Jorge Rodríguez, sonreía al fondo. Más tarde, el gobierno de Maduro emitió un comunicado afirmando su compromiso con el “diálogo entre iguales”.
Apenas unos días después de la reunión con Grenell, Maduro propuso poner en marcha un programa de préstamos para los migrantes retornados que contaría con un presupuesto inicial de 10 millones de dólares.
Para Maduro, que está cada vez más aislado en la escena mundial, la reunión de Grenell fue una gran victoria. Los diplomáticos estadounidenses abandonaron Venezuela en 2019. Desde entonces, solo ha habido unas pocas reuniones muy privadas entre funcionarios estadounidenses y venezolanos.
El gobierno venezolano aún no ha confirmado que aceptará a los deportados. Pero si el acuerdo se lleva a cabo, podría suponer un cambio significativo en la relación entre Estados Unidos y Venezuela.
Durante su primer mandato, Trump hizo todo lo posible para tratar de derrocar a Maduro, emitiendo sanciones económicas aplastantes, usando su influencia para apoyar al líder de la oposición, Juan Guaidó, e incluso ofreciendo una recompensa de 15 millones de dólares por Maduro, acusándolo de narcoterrorismo.
A medida que un número creciente de venezolanos huía a Estados Unidos, el gobierno venezolano se negaba a su vez a aceptar vuelos de deportación.
Ahora, la dinámica ha cambiado. Trump necesita que Maduro le permita cumplir una de sus principales promesas electorales: deportar a cientos de miles de venezolanos que han llegado a suelo estadounidense en los últimos años.
Y parece que Maduro lo sabe, y no es la única ventaja que tiene.
Al menos otros cinco estadounidenses y dos extranjeros con estatus de residencia en Estados Unidos permanecen detenidos en Venezuela, según el grupo de derechos humanos Foro Penal, lo que da al gobierno venezolano una importante influencia sobre el gobierno de Trump.
Otros cambios en la política estadounidense podrían implicar el levantamiento de las sanciones impuestas al vital sector petrolero de Venezuela y el regreso de los vuelos comerciales directos entre Estados Unidos y Caracas.
Es probable que estas medidas enfurezcan a la oposición venezolana liderada por María Corina Machado y Edmundo González, el hombre que se cree ampliamente que ganó la votación presidencial de julio. Machado ha argumentado que Maduro está debilitado y que los líderes mundiales deberían continuar con una política de aislamiento para expulsarlo.
Cualquier acción de Estados Unidos que se considere beneficiosa para Venezuela también podría poner a Trump y a Grenell, que es el enviado de Trump para misiones especiales, en desacuerdo con el secretario de Estado, Marco Rubio.
Rubio, hijo de inmigrantes cubanos, ha defendido durante mucho tiempo un enfoque de línea más dura contra Maduro, y en 2022, llegó a decir que deportar a los venezolanos de vuelta a casa sería una “sentencia de muerte muy real”.
En su entrevista con El Times, Homan, el zar fronterizo, dijo que era probable que los vuelos de deportación a Venezuela despegaran pronto.
“Va a ocurrir en los próximos 30 días, y no puedo decirte cuántos. Todavía estamos trabajando en todos esos detalles”, dijo.
“Es enorme. Es algo grandioso que consiguió el presidente Trump”, agregó Homan. Su esperanza es que haya un ritmo regular de vuelos de deportación.
“No creo que el presidente Trump vaya a aceptar menos”, dijo.
Cientos de miles de venezolanos viven en Estados Unidos, muchos con protecciones a corto plazo que Trump ha revocado recientemente, haciéndolos vulnerables a la deportación en los próximos meses.
Bajo el liderazgo de Maduro, el país ha experimentado una de las peores crisis económicas y humanitarias de la historia reciente, que ha provocado la huida de unos ocho millones de personas en la última década. Al principio, la mayoría se dirigió a otros países de América Latina. Pero desde la pandemia, muchos han ido a Estados Unidos, a menudo recorriendo miles de kilómetros a pie y en autobús para llegar a la frontera sur.
Al final de su primer mandato, Trump protegió a los venezolanos vulnerables de la deportación, diciendo que era demasiado peligroso para muchos de ellos regresar.
Desde entonces, la situación económica en Venezuela no ha mejorado de forma significativa, mientras que la situación política en el país no ha hecho más que empeorar, con Maduro acorralando a quienes considera opositores políticos —y a veces a simples espectadores— tras las controvertidas elecciones.
Su gobierno, sin embargo, ha argumentado que las condiciones han mejorado, allanando el camino para que la gente sea enviada a casa.
“No hay una base real para decir que Venezuela está en una mejor situación”, dijo Tamara Taraciuk Broner, experta en Venezuela de Diálogo Interamericano en Washington. “Se trata de una decisión política”.
En una entrevista, Juan González, que fue el principal asesor del presidente Joe Biden para América Latina, dijo que durante años, la política de Estados Unidos hacia Venezuela se ha visto obstaculizada por los partidarios de la línea dura en Florida, quienes critican cualquier tipo de diálogo con Maduro, afirmando que el aislamiento era el camino para restaurar la democracia venezolana.
González dijo que pensaba que Grenell, en su papel de enlace con Venezuela, podría estar optando por un enfoque más realista, centrado en alcanzar los objetivos de seguridad nacional de Estados Unidos; en un principio, eso podría incluir que Maduro acepte a personas deportadas, pero también podría incluir otras prioridades estadounidenses, como alejar a Venezuela de China.
Y si así fuera, González, un político demócrata, apoyó los esfuerzos de Grenell.
“No estoy de acuerdo con Ric Grenell en muchas cosas”, dijo. “Pero lo apoyo. En la competencia Rubio-Grenell, creo que él es realmente la mejor opción”.
Julie Turkewitz es jefa del buró de los Andes para el Times, está afincada en Bogotá y cubre Colombia, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Perú. Más de Julie Turkewitz
Hamed Aleaziz cubre el Departamento de Seguridad Nacional y las políticas migratorias. Más de Hamed Aleaziz