11:43 GMT - Saturday, 15 March, 2025

Por qué a China le preocupan los aranceles de Trump a México

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A los funcionarios de Pekín les preocupa cada vez más que los aranceles del presidente Donald Trump a México puedan ser el inicio de una campaña para obligar a los países en desarrollo de todo el mundo a elegir entre comerciar con Estados Unidos o con China.

Desde que Trump impuso aranceles a los productos procedentes de China durante su primer mandato, las empresas han realizado grandes inversiones en países como México, Vietnam y Tailandia para ensamblar componentes chinos en productos que se envían a Estados Unidos. Realizar el ensamblaje final en estos países ofrecía una puerta trasera al mercado estadounidense independientemente de las fricciones comerciales entre Washington y Pekín.

El superávit comercial de China con Estados Unidos se ha reducido casi un tercio desde 2018. Pero las exportaciones chinas a los países en desarrollo se han disparado. China vende ahora a México 11 veces más de lo que le compra. Esas ventas incluyen autopartes chinas ensambladas en México en automóviles destinados a concesionarios en Estados Unidos.

Lo que preocupa ahora en Pekín es que la presión de Washington pueda obligar a México a cerrar su mercado a los productos chinos a cambio de una prórroga de los aranceles estadounidenses sobre el comercio con México. Lo que está en juego para México, entre otras cosas, son los puestos de trabajo creados por su abundante comercio con Estados Unidos.

Trump podría entonces utilizar a México como modelo para exigir a otros países que tomen partido en la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Eso limitaría aún más el acceso chino al enorme mercado estadounidense al interrumpir otras rutas hacia Estados Unidos.

Dado que Trump renegoció el Tratado de Libre Comercio de América del Norte durante su primer mandato, muy pocos empresarios o funcionarios chinos esperaban que iniciara su segundo mandato amenazando con imponer aranceles elevados a México. Varias características singulares de los acuerdos comerciales y jurídicos que China mantiene con México hacen que el acceso indirecto de China al mercado estadounidense esté especialmente en peligro durante el actual enfrentamiento entre Trump y México.

Especialmente preocupante para los funcionarios chinos es una oscura laguna jurídica que se introdujo en las normas de la Organización Mundial del Comercio cuando se creó la organización con sede en Ginebra en 1995. La laguna permite a México —y potencialmente a decenas de países de ingreso bajo y medio— aumentar legalmente los aranceles de forma drástica y repentina sobre los productos chinos, mientras que Pekín no tendría derecho a tomar represalias.

Los funcionarios chinos aludieron a su nerviosismo por mantener el acceso a los mercados en desarrollo durante la sesión anual de una semana del poder legislativo chino, que concluyó el martes. Wang Wentao, ministro de Comercio, señaló en una conferencia de prensa que algo más de la mitad del comercio internacional de China se realizaba con países pertenecientes a la Iniciativa del Cinturón y la Ruta, la iniciativa de China para llegar a los países menos prósperos de Asia, Europa oriental, África y Latinoamérica.

“No hemos puesto todos los huevos en la misma canasta, lo que demuestra la fuerte resistencia del comercio exterior chino”, dijo Wang, sin mencionar que muchas de las exportaciones de China a estos países acaban en Estados Unidos.

Se preocupó de señalar que el 34 por ciento del comercio de China se realizó con países con los que tiene acuerdos de libre comercio. Esto es significativo porque estos acuerdos, principalmente con países del sudeste asiático, obligan a los firmantes a no subir los aranceles repentinamente.

Wang pidió más acuerdos de este tipo con “países y regiones dispuestos”.

México no es uno de los 27 países que han firmado un acuerdo de libre comercio con China, por lo que el gobierno mexicano puede elevar los aranceles sobre los productos chinos.

México es también uno de las varias decenas de países en desarrollo que eran miembros del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, que precedió a la creación de la OMC. Estos países llegaron a un acuerdo especial en la fundación de la OMC, por el que asumían muy pocos compromisos vinculantes para reducir sus aranceles. En su lugar, se les animó a reducir gradualmente los aranceles de forma voluntaria.

México ha reducido su arancel promedio al 7 por ciento, según la OMC. Pero el arancel promedio “consolidado” de México —que podría empezar a cobrar inmediatamente con solo enviar una notificación a la OMC— es del 36 por ciento.

Si México aumentara sus aranceles a China, muchos otros países con el mismo acuerdo de la OMC podrían enfrentarse a la presión de Estados Unidos para no convertirse en conductos de mercancías chinas. Brasil, por ejemplo, aplica aranceles del 11 por ciento de media, pero su arancel consolidado es del 31 por ciento.

Las normas de la OMC prohíben a los países aumentar los aranceles contra un solo país. Mientras que Trump ha ignorado las normas, la mayoría de los demás países, incluidos México, China y los miembros de la Unión Europea, intentan evitar hacerlo salvo cuando otro país inicia una guerra comercial.

Pero la OMC sí permite a los países elevar los aranceles hasta sus límites máximos consolidados, siempre que el aumento se aplique a todas las importaciones del producto en cuestión procedentes de todo el mundo. China exporta casi toda la oferta mundial de muchas categorías de productos manufacturados. Eso hace posible que los países en desarrollo eleven sus aranceles aplicados en estas categorías y afecten casi exclusivamente a los productos procedentes de China.

La esperanza de China es que otras grandes naciones comerciales se nieguen a elegir entre China y Estados Unidos.

“No creo que los socios comerciales cercanos a China elijan un bando, especialmente los que tienen acuerdos de libre comercio con China, aunque tengan aranceles vinculantes elevados en la OMC”, dijo Tu Xinquan, decano del Instituto Chino de Estudios sobre la OMC de la Universidad de Economía y Negocios Internacionales de Pekín. Mao fundó la universidad en 1951 para formar y asesorar a los negociadores comerciales de China.

A diferencia de los dirigentes de Canadá o de la Unión Europea, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha dicho poco públicamente durante el reciente conflicto comercial, aunque su gobierno está muy centrado en el tema. El embajador de México en China, Jesús Seade, ayudó a crear la OMC a principios de la década de 1990 y desempeñó un papel central en la renegociación mexicana del TLCAN con el presidente Trump en 2018.

China tiene suerte de que Vietnam, su mayor socio para las exportaciones indirectas a Estados Unidos, comercie con normas diferentes a las de México, porque no se adhirió a la OMC hasta 2007. La organización comercial ha exigido a los países en desarrollo que se adhirieron después de 1995 que acepten límites más bajos en sus aranceles consolidados.

Vietnam aplica un arancel medio del 9 por ciento, y el arancel medio consolidado que podría aplicar llega solo al 12 por ciento. Los países industrializados, como Canadá, también tienen aranceles consolidados bajos que limitan su capacidad de cobrar más por los productos procedentes de China.

La economía china depende en gran medida de un gran superávit comercial, cada vez mayor, que alcanzó casi 1 billón de dólares el año pasado. Casi todas las exportaciones de China son productos manufacturados, y su superávit en estos productos equivalió aproximadamente a una décima parte de toda su economía el año pasado.

Se trata de un nivel que Estados Unidos no alcanzó ni siquiera después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la industria estadounidense volvió rápidamente a la producción civil y aumentó las exportaciones mientras gran parte del resto del mundo estaba en ruinas.

China depende del aumento de las exportaciones porque el desplome del mercado inmobiliario ha hecho que los hogares chinos se muestren reacios a gastar, lo que limita la capacidad de la economía para crecer de otras formas.

Otra vulnerabilidad es que gran parte del superávit comercial de China es con los países en desarrollo. Estos países, a su vez, dependen de sus propios superávits comerciales con Estados Unidos para pagar los bienes que importan de China, lo que ha provocado la ira de Trump.

Keith Bradsher es el jefe de la corresponsalía de Pekín para el Times. Antes fue jefe del buró en Shanghái, Hong Kong y Detroit, y corresponsal en Washington. Ha vivido e informado en China continental durante la pandemia. Más de Keith Bradsher

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